Tal vez no todos lo sabían, pero Emilia Clarke, la actriz británica que dio vida a la icónica Daenerys Targaryen en Game of Thrones, enfrentó una batalla real fuera del set: dos aneurismas cerebrales que casi le arrebatan la vida.

El primero ocurrió en 2011, poco después de filmar la primera temporada de la serie, y el segundo en 2013, durante una pausa en su carrera. Ambos episodios requirieron cirugía de emergencia y una larga rehabilitación.

La pérdida que cambió su vida

Tras su recuperación, Emilia Clarke confesó que perdió parte de su cerebro, lo que afectó su memoria y función del lenguaje. En una entrevista, explicó que hubo momentos en los que no podía recordar ni su propio nombre.

A pesar de ello, nunca abandonó su carrera. Continuó grabando las siguientes temporadas de Game of Thrones, incluso mientras luchaba con dolores intensos y miedo a olvidar sus líneas.

“Temía que me despidieran, que no pudiera actuar igual. Pero ser Daenerys me dio fuerza cuando más la necesitaba”, contó la actriz.

El renacer de la “Madre de Dragones”

La recuperación fue un proceso largo. Clarke necesitó terapias de rehabilitación neurológica para recuperar parte de sus capacidades. Pero su historia no terminó ahí: decidió transformar su experiencia en esperanza para otros.

Fundó la organización SameYou, dedicada a apoyar la rehabilitación de jóvenes que han sufrido lesiones cerebrales o accidentes cerebrovasculares. La fundación busca mejorar los tratamientos y ofrecer acompañamiento emocional.

Desde entonces, Emilia Clarke ha hablado abiertamente sobre su experiencia con los aneurismas cerebrales, con el propósito de crear conciencia sobre su detección temprana y el acceso a una atención médica adecuada.

“No soy la misma que antes, pero soy más fuerte. Mi corona no era solo un guion: era real”, declaró con emoción.

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